miércoles, 24 de febrero de 2010

RESPE(C)TO AL RESPETO

El asunto en cuestión: En el cambio de clase, una alumna comienza a llorar por su (enésimo) examen suspenso. En mitad del drama, un compañero se acerca y comienza a (podemos decir) “carcajearse” de su situación. Presa de los nervios, siguiendo un impulso, ella se le echa encima y propina tres golpes en la cara. Cuando él va a responder los compañeros le sujetan… y entonces, aparece el profesor de guardia para hacerse cargo del grupo.
Dado el nivel de agitación que se respira en el aula, se intenta llevar a cabo un debate que, por un lado canalice las ganas de “comentar la jugada” del alumnado, y por otro (obviamente) intente acercar y apaciguar a las partes en conflicto.
Se logra que la chica pida perdón al agredido y que la clase entienda que todo tiene que quedar ahí, con las paces de los implicados. Pero… él lo tiene claro: le ha agredido y esto sólo puede solucionarse a través de la devolución física del golpe; entiende que está mal pegar a una chica… por eso buscará a una amiga que ejecute su venganza por él.
Y saca a colación la palabra: respeto.
No pueden quedar impunes los golpes, no puede perdonar a su compañera, aún menos el asumir su responsabilidad como agitador y causante de toda la situación. “Es cuestión de respeto. De hacerse respetar por los demás. Si te pegan, devuelves el golpe. Siempre. No hay excusa” Tras sus palabras, la mitad de los chicos de la clase cambian de opinión y le muestran su apoyo: “Maestro, no puedes dejar que te pegue una niña
Ante esto, yo me pregunto: ¿Qué es el respeto? ¿Qué difiere entre el concepto de respeto que se intenta inculcar en clase, el que se le da en casa y el que les oferta la calle?